sábado, 27 de agosto de 2011

31. BIBLIOTECARIOS A BORDO

Desde que empezamos a estudiar la carrera de biblioteconomía tuvimos la sensación de que algo anda mal con la educación que recibimos los bibliotecarios. En esos días, lo primero que podíamos notar eran varios problemas que entonces juzgábamos como singularidades de la propia disciplina, pero que a poco distanciamiento comenzaron a parecernos severas taras de nuestra currícula profesional.

Es así que se enseñan desvinculados los varios tipos de bibliotecas: Públicas, escolares, etc. Asimismo, cualquier tema sobre los usuarios se trata como si ellos no fueran personas con una vida ajena a la biblioteca, y de forma que sólo existieran dentro de esta institución o en relación a la misma. Tenemos además que a los no usuarios ni se les menciona, como si fueran un tema tabú o algo inefable.
Además, al abordar los servicios al público y los procesos técnicos parece que no tienen nada que ver entre sí. A todo esto, podemos agregar que estudiamos muchas materias de administración, aunque nunca vimos noción alguna de la administración pública.
Hay aspectos más preocupantes en este tipo de educación, pues al cursar las materias referidas al conocimiento y manejo de las normativas, se nos inculca que no podemos interpretarlas para modificarlas, ni siquiera para adaptarlas a situaciones distintas de aquellas que les dieron sustento. Resulta entonces que no importa si las reglas de catalogación son anglo-americanas y que estemos catalogando en México, pues al fin y al cabo -se dice- esta normativa fue realizada y consensada entre muchísimas bibliotecas del mundo, y alguna tendría que coincidir con la situación de nuestra biblioteca paisana.
Agreguemos que nos decían que ante todo se debe preservar la normalización en el orden de la biblioteca. Sin embargo, cuando hoy consultamos los catálogos Worldcat y el de la Biblioteca Digital Mundial -entre muchos otros que podrían tomarse como ejemplos- podemos notar cuán poco valor tiene la normalización, puesto que es más importante difundir rápido un registro que esperar a su descripción detallada y precisa. Así, tenemos que la normalización fue un cuento que se tragaron nuestros profesores y nos lo dosificaron en los años de nuestra formación.
A estas singularidades, debemos añadir el continuo desfase de la educación bibliotecaria con respecto al ámbito laboral, cosa que es harto conocida de todo el mundo y a veces alguna escuela profesional emprende estudios del mercado laboral para tratar de remediar algo, aunque rara vez logran cambiar las mentalidades de sus profesores, por lo que todo queda en buenas intenciones y habiendo cumplido el requisito de conocer lo que pasa allá afuera.
Con estas singularidades y desfases, se viene hablando ahora de la próxima muerte de las bibliotecas, y con ellas también se menciona el inminente fin de la profesión bibliotecaria. No obstante, estas afirmaciones más bien parecen ser consecuencia de muchas confusiones sobre lo que hacemos los bibliotecarios. Pasemos a aclarar un poco esta situación.
1) Los bibliotecarios, ¿son los que estudian biblioteconomía o los que trabajan en las bibliotecas? Para no entrar en la discusión sobre si los llamados "bibliotecarios empíricos" son merecedores de ser equiparados con los bibliotecarios profesionales, sólo nos queremos referir a los egresados de las escuelas de biblioteconomía que no trabajan en las bibliotecas. En este sentido, parece que nos formamos en una profesión que nos ata a una institución desde la escuela; pero, ¿qué ocurre con los bibliotecarios profesionales que no trabajan dentro de bibliotecas? Por ejemplo, tenemos a los investigadores, los consultores, los que se desempeñan en empresas, los profesores de las escuelas de biblioteconomía y otros muchos más que pueden estar en cualquier suerte de empleo.
2) Hubo hace tiempo una discusión en la que se afirmó que lo que nos hace profesionales a los bibliotecarios son los procesos técnicos: La catalogación, la clasificación, el análisis temático, la indización y la elaboración de resúmenes. En aquel debate, particularmente hubo referencia a la catalogación y la clasificación. ¿Es esto cierto? Al respecto, recordamos que hubo mucho antagonismo, sobre todo por parte de quienes confesaron detestar los procesos técnicos y tener vocación declarada por los servicios de información y el manejo de bases de datos.
3) Los bibliotecarios, ¿tienen vocación de servicio a los usuarios? Ciertamente no podemos generalizar, pues sobre este particular conocemos muchos bibliotecarios que prefieren dedicarse a tareas de organización, procesamiento y gestión antes que tener que atender directamente a los usuarios. Algunos incluso manifiestan detestar el trato con el público y prefieren la soledad de sus rutinas.
Con estos tres planteamientos, podemos ver con facilidad que al hablar de los bibliotecarios tenemos que aclarar a cuáles de entre ellos, en toda su diversidad, nos estamos refiriendo. Además de esta evidencia, debemos retomar una idea esbozada antes, sobre que han ocurrido desplazamientos laborales de los bibliotecarios, lo cual ilustramos en el siguiente gráfico.
Notamos aquí que alrededor del trabajo bibliotecario se han dado mudanzas de algunos de sus artífices hacia el trabajo en solitario: En unos casos hacia la consultoría y a veces pasando por la experiencia empresarial. En otras ocasiones, los recorridos han sido hacia la gestión de servicios de información soportados por los diversos recursos tecnológicos a la disposición.
Hoy también, contemplamos los casos de bibliotecas que establecen y mantienen bibliotecas digitales y servicios ambulatorios, además de que se insertan en las redes sociales. Existen asimismo casos de bibliotecas que están buscando mudarse a la opción de "todo digital", pasando por las etapas intermedias de biblioteca híbrida y de espacio común de información (information commons, en inglés).
De esta forma y por impreciso que parezca, podemos identificar y señalar al bibliotecario cada vez que alguien requiere un navegante o piloto de la información; esto es, alguien que sea capaz de brindar consultoría, de desarrollarse en una empresa en materia de información, de trabajar en una biblioteca, de administrar una biblioteca digital o servicios de información ambulatorios, o de insertarse y desempeñarse en las redes sociales a través de la detección de necesidades de información y brindando alternativas para su atención.
Aclaramos que esta afirmación metafórica del quehacer del bibliotecario como navegante o piloto requiere mucha reflexión a fin de que pueda servir para precisar un futuro para la profesión. Empero, las dificultades que entraña no son labor de uno solo, por lo que invitamos a nuestros colegas a pensar juntos este asunto y dejamos para mejor ocasión este tema.

jueves, 25 de agosto de 2011

30. EVALUACIÓN DE BIBLIOTECAS

Con las crisis económicas que vivieron las bibliotecas en varias partes del mundo en la década de los años 80, se manifestó la necesidad de evaluar sus recursos y servicios. La idea no resultó extraña, pues en algunas de ellas ya se llevaban evaluaciones internas de forma habitual, por lo que pensar en extender el alcance de la evaluación a toda la biblioteca se vió como algo natural.
No obstante, la manera como se enfocaba la evaluación se prestaba más bien a justificar lo que hacían esas bibliotecas y menos para resolver sus problemas, o para servirles de guía para determinar el camino que debían seguir o las transformaciones que podían impulsar, o menos aún para conocer mejor a sus usuarios o a sus usuarios potenciales.
Además, en esa década se aplicaron medidas administrativas adelgazadoras, reordenadoras y se ensayaron modelos de excelencia y calidad. También surgieron los movimientos nacionales de protección a los consumidores, que vinieron a alterar las relaciones de éstos con los productores y proveedores de bienes y servicios.
En consecuencia, cuando un producto o servicio no parecía cumplir los requerimientos de los clientes, en caso de existir otras alternativas en el mercado esos clientes dejaban de consumir el mencionado producto o servicio por considerarlo innecesario o indeseable.
En el mismo tono, tenemos que cuando las bibliotecas eran la única opción que tenía una comunidad usuaria para obtener información y documentos, o para tener acceso a servicios de referencia, reprografía o consulta a bases de datos, no le quedaba a esa comunidad más que aceptar lo que se le ofrecía. A esta conformidad del usuario con la biblioteca se le denominó "satisfacción".
No obstante, resulta claro que ahora las bibliotecas son una de tantas opciones que tienen las personas para buscar información, y que aunque en esas bibliotecas estén muchos documentos que aún no se hallan disponibles por otras vías, muchos usuarios no van a invertir su tiempo en buscar en tales instituciones.
A lo anterior podemos agregar que los intereses de la gran mayoría de los usuarios no parecen coincidir con los propósitos de las bibliotecas, lo que ha llevado incluso a pensar en el fin de estas instituciones, e incluso algunas se han cerrado o están cambiando su perfil hacia una modalidad más tecnológica en su concepción.
¿Ha cambiado por ello la noción de evaluación en las bibliotecas? Creemos que no. Por este motivo, nos parece que la evaluación de los servicios bibliotecarios y de información es un problema vigente y nos interesa plantearlo para su consideración posterior.

lunes, 15 de agosto de 2011

29. EL USUARIO ¿(IR)REAL?

Hace más de una década escuchamos y leemos a los voceros de la extinción de la biblioteca, quienes reiteradamente, y sobre todo cuando sale una novedad tecnológica al mercado, vienen a recordarnos que los días de esta vetusta institución están contados.
Para justificarse, apelan al pasado para señalar los relevos de soportes y formatos de información de los que tenemos memoria: El papiro, el códex, el pergamino, el papel, la película fotográfica, las memorias de computadora y la Internet, por mencionar los más traídos a cuento. Lo que no recuerdan en estos vuelos a lo añejo, es que a pesar de esos cambios siempre hubo bibliotecas, y aunque no eran como las conocemos ahora respondían a una necesidad de coleccionismo.
Esa actividad de coleccionismo siempre ha sido costosa y por ello sólo algunos pocos pueden darse a realizarla, o bien la hacen las organizaciones de diversa catadura que destinan sus esfuerzos a la reunión de los recursos de información que desean o necesitan.
Nuestros visionarios no se contentan con sólo abarcar el pasado en sus argumentos, sino que también miran al presente y encuentran un panorama de bibliotecas que se van quedando sin usuarios debido a sus problemas organizativos y presupuestales, así como por la continua agresión de los medios de comunicación, particularmente a través de la publicidad, que exaltan y promueven una visión hedonista y de simplificación minimalista direccionada a vivir al filo de la navaja hasta para beber agua..., siempre que sea de la marca de moda.
No importa que veamos incrementarse en nuestro entorno la paradoja de la banalización y la estupidización en nombre de una red que dice estarse socializando constantemente, aunque resulta claro que eso es pura mercadotecnia e ideología. Lo que importa, aquello que es lo de hoy es dejarse seducir por la novedad tecnológica, aunque otros decidan las necesidades que debemos satisfacer con ellas y nos veamos obligados a cambiar para adaptarnos.
El asalto al futuro por los visionarios parece introducirnos a un determinismo del que no podremos escapar, como si estuviéramos presos dentro de un relato de ciencia ficción del tipo Brave new world de Huxley, donde el tiempo hubiera desaparecido y el sólo transcurrir tuviera la forma de una banda de Moebius, sin inicio y sin fin. No es aceptable negarse a este futuro que nos golpea, pues en caso de hacerlo estaremos en minusvalía y seremos esclavos de quienes sí optaron por la carrera de relevos en la que está comprometiéndose nuestra sociedad.
Pareciera hasta aquí que estamos en contra del cambio tecnológico sin sentido en el que nos encontramos inmersos, pero no es del todo así, pues esos mismos visionarios nos permiten darnos cuenta de la maleabilidad de los usuarios potenciales de la información. De este modo, podemos notar que esos usuarios potenciales, además de estar interesados/desinteresados en materia de información, y de que aplican el mínimo esfuerzo/son obsesivos a la hora de buscar información, presentan entre otras las siguientes características:
  • Cuando buscan información, lo hacen por el valor de la información por si misma/para lograr otro objetivo. Al respecto, nuestros visionarios enfatizan que la información necesaria para tomar cualquier decisión/hacer cualquier acción seguramente está(rá) en el recurso tecnológico.
  • Cuando buscan información, la quieren rápido como sea/aunque sea retrasada pero exacta. En este sentido, no importa lo adecuada, actual o relevante que sea la información mientras su entrega sea casi inmediata, a la vez que se da por supuesto que el usuario potencial tiene habilidades para reconocerla, evaluarla y usarla al momento.
  • Cuando usan la información, no les/les importa que las interfases siempre se ajusten o no se ajusten a las necesidades. Sobre este particular, los visionarios dicen que cualquier anomalía es una etapa de un desarrollo que promete ser mejor, por lo que las inadecuaciones actuales deben ser omitidas por el usuario potencial. Además, ahora observamos como un componente de interfaz muy valorado el carácter ambulatorio de los dispositivos, pues permite la ubicuidad en las acciones.
Hasta este punto, observamos que las oposiciones antes señaladas distinguen entre los usuarios las siguientes características:
  1. Interés/Desinterés en materia de información.
  2. Mínimo esfuerzo/Obsesión en las búsquedas.
  3. Buscan la información por sí misma/para lograr otro objetivo.
  4. Rapidez como sea/Retraso con exactitud en los resultados de las búsquedas.
  5. No les/les importa que las interfases que usan se ajusten o no se ajusten a sus necesidades.
Las 32 combinaciones que resultan de estas cinco características nos acercan un poco a la complejidad del usuario. Nótese lo interesante que es la combinación de los propios visionarios para determinar su usuario potencial ideal: Interesado en materia de información-Aplica el mínimo esfuerzo en las búsquedas-Busca información para lograr un objetivo-Quiere rapidez como sea en los resultados de las búsquedas-Le importa usar interfases que se ajusten a sus necesidades, por lo que las mismas han sido definidas por los mercadólogos y seguirán mejorándose.
No debemos desechar a la ligera esta combinación por considerarla ilusoria, pues ha funcionado bastante bien para la publicidad que vende tecnologías. Más bien, deberíamos reflexionar sobre qué tanto nuestras bibliotecas consideran un usuario con esas características.
Por consiguiente, valdría la pena tomar en cuenta también las otras 31 combinaciones para definir las estrategias a seguir. Por ejemplo, muchos estudiantes que acuden a una biblioteca son desinteresados, aplican el mínimo esfuerzo en las búsquedas, quieren encontrar información para lograr un objetivo (hacer su tarea), quieren rapidez como sea en los resultados de las búsquedas y prefieren usar interfases tecnológicas, por considerarlas más adecuadas a sus necesidades.
Asimismo, viene bien recordar que nos referimos a usuarios potenciales, esto es, a personas que no únicamente se mueven en un mundo de información, sino que participan en otros subsistemas del gran universo social. En este sentido, no debemos dejarnos engañar por la pretensión de la publicidad que vende tecnologías para convencernos de que la socialización de la red está supliendo la vida en sociedad. Además, las 32 configuraciones no agotan las posibilidades de la naturaleza humana, ya que las mínimas variaciones de estas cinco categorías elevan casi al infinito las posibilidades.
¿Cómo debe ser una biblioteca para atender a sus usuarios? Empecemos con las 32 combinaciones de usuarios, probemos la existencia de esas configuraciones en el mundo real y pensemos los modelos de bibliotecas que se deban adecuar para atenderlos. De esta manera, el pasado y el presente de nuestras instituciones tendrán asegurado un devenir. Este interesante problema debemos continuarlo en otra ocasión.